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Lourdes Fuentes – La Peste

El nombre de Lourdes Fuentes está ligado al departamento de vestuario de muchos de los grandes éxitos del cine español reciente. Formando tándem con el figurinista Fernando García, como su principal ayudante, ha integrado por ejemplo el equipo fijo de Alberto Rodríguez, progresando en su carrera al compás de producciones como Siete vírgenesAfterGrupo 7La isla mínima o la serie La peste.
Como directora de vestuario, tras afrontar varios cortos y debutar en el largo con Villaviciosa de al Lado (Nacho G. Velilla, 2016), ha terminado recientemente Adiós (Paco Cabezas, 2019) y La trinchera infinita (Jon Garaño, Aitor Arregi y José María Goenaga, 2019),

¿Cómo empezaste a trabajar en el cine y a vincularte al departamento de vestuario?

Pues puedo decir que fue gracias a Fernando García. Yo estudié Diseño de Moda y Patronaje, y allí coincidí con Fernando y nos hicimos muy amigos. Al terminar en esa escuela, monté un taller y una marca de ropa con unas compañeras. Fernando trabajaba con su hermano, Antonio García, pero le surgió la oportunidad de probar en el mundo del cine y fue él quien me llamó. Y no lo dudé, dejé mi tienda y me metí con él en este mundo. Eso sería en el año 2000 o por ahí. Fernando es como mi marido profesional, nos une una amistad de toda la vida y hemos formado un tándem bastante curioso, nos complementamos muy bien.

Tu primer proyecto como directora de vestuario (Villaviciosa de al Lado) lo has asumido bastante después, en 2016.

Sí, fue muy importante que Alberto Rodríguez apostara por Fernando y detrás de él siempre he ido yo. Siempre hemos estado enfrascados en proyectos interesantes los dos juntos. Y, ¿como decirlo?, yo no soy una persona ambiciosa, estoy muy contenta con los proyectos que he hecho y cuando ha surgido la ocasión con el tiempo de asumir otros proyectos por mi cuenta también lo he hecho de forma natural.

En ese sentido, ¿tu manera de trabajar ha sido muy diferente en los proyectos que has asumido como directora a la de los otros en los que has participado como ayudante?

Pues la verdad es que no. Obviamente, como directora hay una responsabilidad mayor, eres el referente del equipo. Pero la verdad es que mi proceso de trabajo ha sido muy parecido en todos los trabajos. Cuando he trabajado como ayudante de Fernando, siempre me he incorporado con él desde el minuto uno a los proyectos y hemos trabajado codo con codo.

 ¿Y cómo le resumirías el proceso de trabajo en el departamento de vestuario para alguien que no lo conozca?

Cuando te proponen un proyecto y te mandan el guión, lo primero es desglosarlo e ir viendo cómo va a ser el vestuario de los personajes. En esa fase ya nos documentamos mucho. A mí me encanta el cine y buscamos muchas referencias de otras películas, por ejemplo. Ya con la propuesta de vestuario vamos a negociar con el director de producción, que para mí es la figura más importante de un rodaje, para ver de qué presupuesto vamos a disponer.
Y, claro, también es fundamental hablar con el director para ver si la idea de vestuario que tenemos de los personajes coincide con la que pueda tener él. En todo este proceso, hay muchísima psicología. Tenemos que llegar a un acuerdo entre lo que nosotros pensamos y lo que piensa el director.

 ¿Con qué otros departamentos es importante que esté coordinado el departamento de vestuario?

Para mí, vestuario no es absolutamente nada sin maquillaje y peluquería. Es un tándem que debe ir siempre de la mano. Y cuando hay un buen entendimiento entre esos dos departamentos las cosas salen redondas. El look debe ser total: una peluca mal puesta o un rabillo del ojo demasiado acentuado te pueden sacar del personaje. Y un complemento mal elegido también. Hay que crear un estilismo completo en el que todo se compenetre.
Y por otro lado está por supuesto el departamento de arte. Todo debe ir acorde con el personaje. Pero desgraciadamente muchas veces es muy difícil coordinarse con el departamento de arte, van siempre muy ajustados de tiempo. Yo he tenido la suerte de coincidir en muchos proyectos con amigos que se dedican a la dirección artística, como Pepe Domínguez del Olmo o Vanesa de la Haza, y al tener mucha complicidad con ellos hemos podido hablar más, intercambiar ideas, enseñarnos bocetos… Pero ya te digo, es siempre difícil por una cuestión de tiempo.

Lourdes Fuentes junto al actor Joaquín Núñez, en el rodaje del corto 'Propiedad privada (Se vende)', de Carmen Quijada

Lourdes Fuentes junto al actor Joaquín Núñez, en el rodaje del corto ‘Propiedad privada (Se vende)’, de Carmen Quijada

 Te has encargado de vestir géneros, épocas y propuestas estéticas muy diferentes. ¿En cuáles te sientes más a gusto?

Cuando empecé a trabajar en esto, siempre tenía muchas ganas de hacer cine de época. Nos parecía lo más complicado y lo más lucido. Suelen ser además las películas en las que se valora más el vestuario y que cuentan con más presupuesto y un departamento de vestuario más grande. A mí realmente, creo que la época se me da bastante bien. E incluso podría decir que me resulta más cómodo. En España hay unas empresas muy potentes de alquiler de vestuario para cine, que tienen unas naves enormes atestadas de ropas de todos los sitios  y de todas las épocas.
El vestuario de una película actual creo que en el fondo es más complicado. Por ejemplo, en Siete vírgenes, nos costó muchísimo encontrar una camiseta para el protagonista que nos convenciera, que fuera realmente con ese personaje. Ocurre además que cuando durante un tiempo estoy haciendo vestuario de época, al pasar a hacer algo ambientado en la actualidad me da como pereza. Pero he hecho vestuarios de todo tipo y me gusta hacer de todo.

 La ambientación de la ropa es una parte fundamental de la caracterización de los personajes y también se soluciona en el departamento de vestuario, ¿no?

Así, es. La ambientación te da la verdad. Después de la experiencia de haber trabajado en La peste, mi vida ya no se concibe sin la ambientación. Es fundamental, te da realismo. En la última película que he hecho, por ejemplo, Adiós, hay muchísima acción y los personajes son muy callejeros, muy trabajados. He podido contar con un ambientador, Jesús Romero, con el que ya había coincidido en La Peste y la verdad es que la ambientación hace muchísimo.

 ¿De qué proyecto te sientes especialmente satisfecha?

Estoy muy orgullosa de todos, la verdad. Hay guiones que te apasionan. Recibir un guion de Rafael Cobos, por ejemplo, es un disfrute. Hay otros proyectos que no me han interesado tanto pero que también los he afrontado  como trabajo, en positivo. Si me tuviera que quedar con una película creo que sería con Yo, también (Antonio Naharro y Álvaro Pastor, 2009). Fue una película muy sencilla, muy pequeñita, con un presupuesto muy bajito. Pero fue tan emocionante, lloramos tanto en esa película… Allí lloró hasta el jefe de eléctricos.
La isla mínima también fue muy especial, porque nos dio muchísimas alegrías. Le dieron el Goya a Fernando García y yo estaba allí, con él. Fue uno de los mejores días de mi vida. Fue una película tan dura, hecha con tanto esfuerzo, con un equipo tan entregado, que luego los Goyas nos dieron un subidón tremendo. Hubo una camaradería impresionante. Y estaba todo el equipo nominado, vivimos una euforia colectiva.

 ¿Y qué es lo más difícil que has tenido que preparar para el vestuario de una película o una serie?

Lo primero que se me viene a la cabeza en ese sentido es la figuración de La peste. Buscaron muchas personas amputadas o con malformaciones, porque en el siglo XVI había muchas personas con esas características que vivían en la marginalidad. Reflejar ese mundo fue un reto bastante complicado. Y al mismo tiempo fue muy satisfactorio, me encontré con un montón de gente sin complejos, con una valentía increíble. Recuerdo especialmente a una chica a la que le faltaba un brazo. La vestí de mendiga y ese look me encantó. Esos personajes oscuros de La peste, en los que también intervenía mucho el equipo de maquillaje, fueron una creación muy gratificante.

¿Y has tenido que alejarte alguna vez mucho de un registro realista para hacer algo raro? ¿Marcianos o zombies o algo así?

De momento, marcianos no he hecho [risas]. Pero sí he hecho astronautas. En un teaser para un proyecto, tuvimos que crear un astronauta y la verdad es que quedó impresionante. El traje de astronauta fue un sufrimiento brutal pero al final lo conseguí. Y zombies tampoco he hecho, pero muertos o medio muertos he hecho muchísimos, eso sí.

 ¿En qué película de la historia del cine te hubiese gustado encargarte del vestuario?

Es tan complicado quedarse con una sola. No sé, por ejemplo, David Lynch hace un tipo de cine que me parece fantástico y me hubiese encantado hacer el vestuario de Dune. O de alguna otra película de Lars von Trier o de Peter Greenaway. De El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante, que tiene un vestuario increíble que hizo Jean Paul Gaultier.

Y además de eso yo soy una chica muy romántica. Me encanta Stendhal, me encanta Jane Eyre. Así que una película por ejemplo como Las amistades peligrosas, ambientada en el siglo XVIII, me hubiese encantado. Y más con esos presupuestos que se manejan. Pero también Superman Fiebre del sábado noche por decir otras dos muy distintas.

 ¿Y a qué actores o actrices te gustaría vestir?

Tengo uno que me vuelve loca: Mads Mikkelsen, por decirte uno extranjero. Y españoles hay muchos a los que admiro y con los que me gustaría trabajar. Y he tenido la suerte de trabajar también con muchos otros que me encantan: Lola Dueñas, Eduard Fernández, Antonio de la Torre…

 ¿Qué le contarías a alguien que quiera dedicarse al vestuario de cine?

Una pauta lógica es que yo le doy muchísima importancia a mi trabajo. Necesitas prepararte, documentarte, leer mucho, ver muchísimo cine…  Hay muchos figurinistas que no saben coser pero todo eso complementa. Conocer cómo es un tejido, cómo funciona, cómo se lava, cómo respira en una pantalla… Todo eso es una formación que se va creando capa a capa con el tiempo. Y todo sirve. Aunque tú no tengas que coser, debes saber cómo está construida una prenda. Estudiar diseño está muy bien pero hay que complementar con todo eso.
Y a la gente que estudia en las escuelas de diseño y patronaje me gustaría enseñarles que hay muchas cosas que se pueden hacer más allá de la moda. Esta del vestuario para cine, para televisión o para teatro es una salida muy bonita y con muchas posibilidades. Y no todo el mundo tiene que llegar a ser figurinista, no se trata de eso, pero dentro del equipo de vestuario hay muchísimos cargos: la ambientación, como hablábamos antes, o la sastrería de rodaje son ocupaciones fundamentales. Y muchas más. Es un mundo que puede dar muchísimas satisfacciones.

 

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