El color de moda, ¿cómo se decide?
#azulcerúleo.
“Tú crees que esto no tiene nada que ver contigo. Vas a tu armario y escoges, no sé, ese sweater viejo de color azul porque, por ejemplo, quieres decirle al mundo que te respetas demasiado como para interesarte por lo que llevas puesto. Pero lo que no sabes es que ese sweater no es solo azul. No es turquesa, no es lapislázuli. En realidad es cerúleo. Asimismo te despreocupas del hecho de que en 2002 Oscar de la Renta hizo una colección de vestidos cerúleos. Y creo que después fue Yves Saint Laurent, si no me equivoco, quien sacó chaquetas militares cerúleas… Y luego el azul cerúleo apareció en las colecciones de ocho diseñadores. De ahí se filtró a los grandes almacenes para terminar en un trágico corner donde tú, sin duda, lo sacaste de las últimas rebajas. No obstante, ese azul representa millones de dólares y un incontable número de empleos, y es ciertamente cómico que pienses que tomaste una decisión que te exime de la industria de la moda, cuando de hecho, estás usando un sweater seleccionado para ti por la gente que estamos en esta sala”.
- Lauren Weisberger, Devil Wears Prada
Cada año hay un color que se pone de moda y que sirve de reclamo para que los clientes entren en las tiendas y renueven su vestuario. Para elegirlo, se rastrea cuidadosamente el mundo buscando posibles influencias. Los responsables de escogerlo explican en qué se inspiran.
http://www.lavanguardia.com/20140919/54416059688/color-moda-esdi-pantone-autoridad-mundial-del-color.html
El color de moda del 2014 ha sido el orquídea brillante, mientras que en 2015 será el azul
Antonio Ortí
En la prehistoria, el primer color que utilizó el ‘Homo erectus‘ fue el rojo de la sangre. Posteriormente, surgió el negro del carbón que quedaba de las hogueras. Y, finalmente, el blanco, que representaba lo incoloro. Según el historiador y antropólogo Michel Pastoureau, en la antigüedad sólo se consideraban colores estos tres. Ahora, en cambio, hay miles de tonalidades químicas diferentes y, entre ellas, una que reina cada año.
Pero… ¿quién escoge este color? Hasta prácticamente 1960 no existía nada parecido al color de tendencia sino, simplemente, una torre de Babel en la que cada taller de alta costura enarbolaba su bandera. Pero, de repente, la moda pasa a inspirarse en la calle, dando lugar el prototipo de joven rebelde, que viste a su manera, a veces de riguroso negro, como los ‘beatniks‘ franceses que leen a Jack Kerouac, en ocasiones de blanco y plateado, como sucede en Estados Unidos, cuando, en plena carrera espacial, se pone de moda entre las jóvenes lucir botas blancas como la nieve y maquillajes lunares para que la cara luzca tan pálida como una selenita. Sin embargo, el gran cambio es que ahora hay nuevas marcas que producen prendas de ‘prêt-à-porter‘ a buen precio, lo que anima a la industria a elegir un color de moda para que las personas que desean sentirse jóvenes vistiendo a la última puedan sobresalir del resto.
Pero siendo cierto que el color de moda refleja la mentalidad de cada época (lo que equivale a decir que se elige a sí mismo…), no lo es menos que hay personas que resultan decisivas. Así, cada año, prácticamente desde 1960, varios grupos de especialistas se reúnen para decidir con muchos meses de antelación cuál será el color que atraerá las miradas. Cuando se pregunta a los responsables en qué se basan para decidirse por un color y no por otro, responden que se inspiran en películas que están en producción, en colecciones de arte que viajan por todo el mundo, en diseños gráficos de vanguardia, en tribus perdidas de Oceanía, incluso en la pulpa de algunas frutas, por más que también valoren factores que no suelen comentar tanto.
En el 2014, por ejemplo, el color top está siendo el orquídea brillante, un tono a medio camino entre el rosa y el violeta eléctrico, que ha podido verse en los escaparates de las grandes cadenas de moda rápida, en los complementos (gafas de sol, bolsos, collares, pulseras) y en el maquillaje; también en el textil para el hogar (cortinas, manteles, cojines), en las carcasas de los teléfonos móviles, en las segundas equipaciones de los clubs de fútbol, en coches de alta gama. Y hasta en la sopa, literalmente, pues el reclamo del color de moda termina por llegar a la gastronomía de vanguardia y al ‘food design‘, es decir, a la paleta de colores con la que los diseñadores de comida tiñen las barritas de pescado o algunas pastas alimenticias.
Pero hasta llegar aquí, suceden cosas dignas de mención. De entrada, hay dos asociaciones que sientan jurisprudencia: la Autoridad Mundial del Color, muy reconocida en el ámbito anglosajón, e Intercolor, de vocación igualmente planetaria, pero de ADN francés. La tercera ‘autoridad’ es Pantone, una empresa cada vez más influyente que ha creado un sistema para recrear numerosas tonalidades distintas de manera exacta y que desde el año 2000 propone su propio color del año.
Según explica Encarna Ruiz, representante española de Intercolor, para predecir cada nueva tendencia de color, se valora la situación política y económica mundial, el estado de ánimo de la gente, y no sólo el arte y la moda. Ruiz es la responsable de investigación del laboratorio de color de la Escuela Superior de Diseño de Sabadell (ESDi), donde se reunieron el pasado mes de mayo los 36 miembros de Intercolor, para decidir que en la primavera-verano del 2016 volverán los tonos claros. Sentada en esa misma sala, Ruiz destaca que “el color es el primer elemento que valoramos al comprar un producto, sea el que sea”, y que para escoger la carta de color que propuso España en esta cumbre se tuvieron en cuenta, entre otros, los estudios del Centro de Investigaciones Sociológicas del Instituto de la Mujer y las encuestas metropolitanas que cada seis meses se realizan en Barcelona y Madrid.
Sobre este particular, es curioso observar cómo cada país se inclina por unos colores nacionales. Los españoles, por ejemplo, explica Ruiz, se suelen alinear con los azules, con los blancos y, en general, con los tonos claros. A los franceses, en cambio, les tiran más los verdes, los naranjas y los marrones, aunque, dentro de lo que cabe, son discretos, al igual que italianos, portugueses y alemanes, sobre todo con relación a los países nórdicos, que intentan suplir la carencia de luz natural con tonalidades intensas que les aportan luminosidad, alegría y cierta festividad, es decir, todo aquello que no tienen. Algo parecido puede decirse del hemisferio Sur, con la salvedad de que sus habitantes son muy coloristas, no porque su clima sea gris, sino porque les sale de dentro del alma.
Pero siendo verdad que el color de moda intenta reflejar, a su manera, los nuevos vientos que corren, no lo es menos que tiene un marcado componente cíclico. Esto significa que si durante dos o tres años triunfan los colores estridentes, luego viene un periodo similar en el que toman el relevo los tonos pastel. También los colores rotan: si se ponen de moda los subidos, lo más probable es que a continuación lo hagan los claros. En ese sentido, afirma Encarna Ruiz, la moda se asemeja al estado de ánimo de las personas. “Pasa igual que con la música de los años ochenta: la moda es cíclica porque hay gente que no ha conocido lo anterior”, interviene Pepa Poch, la única española que forma parte de la International Colour Authority (ICA).
A juicio de Poch, una pintora hija de pintores, los colores apelan a las emociones. De ahí, cabe suponer, que se diga ponerse amarillos de envidia, rojos de rabia o blancos como una sábana. Sin ir más lejos, con relación a la propuesta de la ICA para que el azul Costa Brava marque tendencia en 2015, Poch señala que “ahora está saliendo la verdad”, una frase enigmática que explica a continuación. Al parecer, al principio de la crisis, triunfaron los tonos fluorescentes, según la conocida táctica del avestruz: esconderse debajo de colores centelleantes para no tener que admitir que el mundo se había llenado de sombras. El caso es que la crisis ha durado tanto tiempo que la industria de la moda ha tenido que reconocer que hace falta un color, el azul, que serene los ánimos a escala mundial y potencie el diálogo.
En la práctica, no hay un color menos revolucionario que el azul. Según concluye el historiador Michel Pastoreau tras investigar durante 25 años sobre el asunto, se trata de un tono muy moderado que “se funde con el paisaje y no quiere llamar la atención”. También “es el color de los plebiscitos, el más oficial” y “una garantía de conformismos: reina en vaqueros y en camisas. ¡Si hasta se le ha confiado Europa y la ONU!”, exclama este experto en ‘Breve historia de los colores‘ (Editorial Paidós).
De momento, las grandes cadenas de moda lo esperan con los brazos abiertos. “El azul es un color que, generalmente, funciona bien en todas sus gamas, porque es muy fácil de combinar, así que este año miel sobre hojuelas”, reconoce Raquel Campos, directora de coordinación de productos de Mango. Algo parecido opina Eva María Bravo, directora de compras de mujer de Cortefiel.
Pantone y el diablo viste de Prada
Como nuestra adorada Miranda Priestly bien explicó en la mítica escena del azul cerúleo de “El Diablo Viste de Prada”, lo que paseamos y lucimos por las calles no es más que la reinterpretación de las ideas que las firmas y diseñadores presentan en las pasarelas.
Estas tendencias son “captadas” por aquellos que ponen la moda al servicio de los mortales de a pie, y esos mortales, es decir, nosotros, en función de cuán acertada sea la idea o de cuánto marketing lleve detrás, las compramos y las lucimos luego.
Lógicamente cada marca aplica sus parámetros, ya que para sacar sus propias colecciones también toman referencias e inspiraciones, pero no deja de ser curioso que temporada tras temporada, en las diferentes tiendas venimos a encontrar lo que suele decirse “lo mismo”.
Como es la forma en el mundo del diseño, Pantone, el experto en tendencias de color en todo el mundo, lanza sus colores para las próximas temporadas con suficiente antelación para que los diseñadores en las bodas, la moda y el diseño de interiores pueden planificar de acuerdo a la tendencia. La selección de color es el resultado de años de investigación sobre las tendencias mundiales, la cultura pop y grandes eventos, como los Juegos Olímpicos. Buscan a tonos de todo el mundo que va a mirar a los consumidores el interés, en última instancia, la predicción de gasto de los consumidores.
Por lo tanto, esa escena en El diablo viste de Prada cuando las escuelas Miranda Priestly Andrea sobre azul cerúleo y su actitud anti-participativa hacia la moda no está lejos de la verdad. Oh, no puedo resistir! Vamos a revisar esta obra clásica, ¿de acuerdo?
Deja a Miranda Priestly de resumir el trabajo de Pantone! ¿Eso no dan ganas de golpear a Netflix y ver El diablo viste de Prada esta noche?